jueves, 28 de enero de 2010

Un libro para melómanos. Entrevista a Juan Carlos Garay.


A Juan Carlos Garay lo conocí en el 2007, en Bucaramanga, luego de un conversatorio sobre su primera novela, La nostalgia del melómano. Le comenté sobre un proyecto de historia del blues que estaba escribiendo y me dio su correo electrónico para darme su opinión sobre los textos. No le envié nada, por descuido. Hace unos días leí su novela y quedé impactado: el melómano verdadero estaba ahí, con toda la carga que se requiere para serlo, detrás de unos discos, detrás de las historias de los músicos y de las versiones de las piezas musicales. No pude resistir escribirle a su correo, comentando algunos asuntos de su novela, agradeciéndosela y sugiriéndole la posibilidad de entrevistarlo. Me respondió de inmediato, comentándome que La nostalgia del melómano “…es una novela escrita con amor a la música y con una influencia muy profunda de un escritor hindú llamado Vikram Seth”. Le envíe las preguntas. Hoy las recibo resueltas en mi correo electrónico.


-En "La nostalgia del Melómano" Efe busca la prueba veraz de la
grabación de Cheo Feliciano de El ratón acompañado por Eric Clapton en
la guitarra. ¿Es un hecho cierto o es otra de las historias que los
melómanos vamos repitiendo de cuando en cuando?
-Es un mito urbano maravilloso, y yo que estuve indagándolo puedo decir que es perfectamente posible. La investigación que hace Efe en la novela fue la misma que hice yo. La conclusión: Eric Clapton y Cheo Feliciano coincidieron en la ciudad de Miami en 1974, y tenían en ese momento intereses musicales comunes.

-¿Por qué usó la Sonata Opus 69 en la mayor para violonchelo y piano de
Beethoven en esa versión de Pierre Fournier, Friedrich Gulda?
-Lo de la versión de Fournier y Gulda es más bien gratuito: es una versión estupenda, por supuesto, pero podría funcionar otra. Quisiera hablar más bien de la obra, de la Sonata Opus 69 para piano y violonchelo, con la cual tengo una historia personal. En el invierno de 1997 me encontraba yo viviendo en Washington como estudiante y pasando la temporada más fría de mi vida: estaba solo, lejos de casa, mi novia me había abandonado y me había agarrado una gripa que para rematar vino acompañada de mi primera depresión. No recuerdo haber estado, antes ni después, en un estado tan lamentable. Y de pronto sucedió una cosa como milagrosa: encendí la radio y estaba sonando esa Sonata de Beethoven. Era la primera vez que la oía y sentí cómo me iba curando. Esto puede sonar fantasioso, pero es verdad: recibí un tratamiento intensivo de musicoterapia. No se me quitó la gripa ni regresó mi novia arrepentida; simplemente pude ver las cosas desde una perspectiva distinta, con tranquilidad, sin drama.


-¿Como escogió o por qué a Sam Maynard?
-Sam Maynard, más que un personaje, es para mí un símbolo. Durante los alocados años 20 fueron muchas las figuras que aparecieron en el panorama de esa música entonces novedosa llamada jazz. Grabaron discos y estaban camino a la cima, cuando de pronto vino la caída de la bolsa en 1929. Esto afectó muchos espacios pero particularmente me interesaba lo concerniente a la industria discográfica. Las disqueras tuvieron que recortar su nómina de artistas y muchos excelentes músicos se quedaron con una o dos grabaciones y desaparecieron de la escena para siempre. Sam Maynard representa esa generación de músicos víctimas de la recesión económica.

-Si usted tuviera que escoger, ¿preferiría el mundo del acetato o del
disco compacto? ¿Por qué?
-En realidad me gusta la manera en que la música se está difundiendo ahora. Creo que el momento de declive de la industria discográfica y el hecho de que ahora el internet sea el medio de difusión, puede ser el camino hacia una democratización. Como dice el músico Juan David Castaño, hay que empezar a cambiar el concepto de “piratería”, porque no se trata de eso. Nadie está delinquiendo, sólo están copiando y compartiendo la música.

-Qué le espera a un melómano hoy, claro, uno como Efe, que se parece a
todo melómano en propiedad... ¿soledad? ¿Música para sobrevivir? ¿Neurosis?
-En algún momento de la novela se habla de la nostalgia del melómano como una enfermedad y se dice incluso que se han detectado varios casos clínicos; pero también se dice que la enfermedad tiene remedio y el remedio consiste simplemente en escuchar más música. Eso es la melomanía.


-¿Cuánto duró el proceso de escritura de la novela y cómo fue ese proceso?
-Fueron dos años o un poco más. No me queda mucha memoria de todo el proceso, pero sí puedo decir dos cosas. Primero, que todo fue muy intuitivo, por la sencilla razón de que yo nunca antes había hecho una novela. Y segundo, que ahí están condensadas muchas cosas que yo viví o experimenté o imaginé desde muy pequeño: está mi abuela y los cuentos que me contaba sobre Gardel, están muchas cosas de mi historia. Entonces cuando digo que me demoré dos años tal vez estoy mintiendo, en justicia me demoré 28 años, que es la edad que tenía cuando empecé a escribirla.

-La nostalgia del melómano también gira como los discos, una historia que puede recomenzar cada vez que se quiera, hasta que perduren los surcos... ¿hasta dónde se mezclan ficción y realidad?
-Yo creo que en la novela se pueden identificar dos planos: uno son los personajes y el otro los discos que escuchan estos personajes. Esa manera de verlo es, a grandes rasgos, la pista para saber dónde está lo real y donde la invención. Los personajes son ficticios, salvo contadas excepciones y los discos son reales, salvo contadas excepciones. ¿Cuáles son esas excepciones? Ése es el secreto.

-¿Qué opinión tiene usted de la crítica musical en Colombia?
-Me gustaría que tuviera más espacio en los medios, pero no tanto como “crítica” sino como una guía apenas. Que los medios dijeran: “esto es lo que hay” y mostraran las múltiples músicas que existen en el planeta, no solamente cuarenta canciones que se repiten una y otra vez. Y que no confundan hablar de música con hablar de la vida privada del músico.

-¿Cuándo tendremos noticia de su producción literaria nueva?
-Hombre, a mí también me gustaría saber. Ya hay una novela escrita, se llama “La luna”. Ya está escrita, sólo hay que esperar la decisión de los editores.



Entrevista originalmente publicada en la revista electrónica La Tercera Orilla de la Facultad de Literatura de la UNAB VIRTUAL No. 2.
A Juan Carlos Garay lo conocí en el 2007, en Bucaramanga, luego de un conversatorio sobre su primera novela, La nostalgia del melómano. Le comenté sobre un proyecto de historia del blues que estaba escribiendo y me dio su correo electrónico para darme su opinión sobre los textos. No le envié nada, por descuido. Hace unos días leí su novela y quedé impactado: el melómano verdadero estaba ahí, con toda la carga que se requiere para serlo, detrás de unos discos, detrás de las historias de los músicos y de las versiones de las piezas musicales. No pude resistir escribirle a su correo, comentando algunos asuntos de su novela, agradeciéndosela y sugiriéndole la posibilidad de entrevistarlo. Me respondió de inmediato, comentándome que La nostalgia del melómano “…es una novela escrita con amor a la música y con una influencia muy profunda de un escritor hindú llamado Vikram Seth”. Le envíe las preguntas. Hoy las recibo resueltas en mi correo electrónico.


-En "La nostalgia del Melómano" Efe busca la prueba veraz de la
grabación de Cheo Feliciano de El ratón acompañado por Eric Clapton en
la guitarra. ¿Es un hecho cierto o es otra de las historias que los
melómanos vamos repitiendo de cuando en cuando?
-Es un mito urbano maravilloso, y yo que estuve indagándolo puedo decir que es perfectamente posible. La investigación que hace Efe en la novela fue la misma que hice yo. La conclusión: Eric Clapton y Cheo Feliciano coincidieron en la ciudad de Miami en 1974, y tenían en ese momento intereses musicales comunes.

-¿Por qué usó la Sonata Opus 69 en la mayor para violonchelo y piano de
Beethoven en esa versión de Pierre Fournier, Friedrich Gulda?
-Lo de la versión de Fournier y Gulda es más bien gratuito: es una versión estupenda, por supuesto, pero podría funcionar otra. Quisiera hablar más bien de la obra, de la Sonata Opus 69 para piano y violonchelo, con la cual tengo una historia personal. En el invierno de 1997 me encontraba yo viviendo en Washington como estudiante y pasando la temporada más fría de mi vida: estaba solo, lejos de casa, mi novia me había abandonado y me había agarrado una gripa que para rematar vino acompañada de mi primera depresión. No recuerdo haber estado, antes ni después, en un estado tan lamentable. Y de pronto sucedió una cosa como milagrosa: encendí la radio y estaba sonando esa Sonata de Beethoven. Era la primera vez que la oía y sentí cómo me iba curando. Esto puede sonar fantasioso, pero es verdad: recibí un tratamiento intensivo de musicoterapia. No se me quitó la gripa ni regresó mi novia arrepentida; simplemente pude ver las cosas desde una perspectiva distinta, con tranquilidad, sin drama.


-¿Como escogió o por qué a Sam Maynard?
-Sam Maynard, más que un personaje, es para mí un símbolo. Durante los alocados años 20 fueron muchas las figuras que aparecieron en el panorama de esa música entonces novedosa llamada jazz. Grabaron discos y estaban camino a la cima, cuando de pronto vino la caída de la bolsa en 1929. Esto afectó muchos espacios pero particularmente me interesaba lo concerniente a la industria discográfica. Las disqueras tuvieron que recortar su nómina de artistas y muchos excelentes músicos se quedaron con una o dos grabaciones y desaparecieron de la escena para siempre. Sam Maynard representa esa generación de músicos víctimas de la recesión económica.

-Si usted tuviera que escoger, ¿preferiría el mundo del acetato o del
disco compacto? ¿Por qué?
-En realidad me gusta la manera en que la música se está difundiendo ahora. Creo que el momento de declive de la industria discográfica y el hecho de que ahora el internet sea el medio de difusión, puede ser el camino hacia una democratización. Como dice el músico Juan David Castaño, hay que empezar a cambiar el concepto de “piratería”, porque no se trata de eso. Nadie está delinquiendo, sólo están copiando y compartiendo la música.

-Qué le espera a un melómano hoy, claro, uno como Efe, que se parece a
todo melómano en propiedad... ¿soledad? ¿Música para sobrevivir? ¿Neurosis?
-En algún momento de la novela se habla de la nostalgia del melómano como una enfermedad y se dice incluso que se han detectado varios casos clínicos; pero también se dice que la enfermedad tiene remedio y el remedio consiste simplemente en escuchar más música. Eso es la melomanía.


-¿Cuánto duró el proceso de escritura de la novela y cómo fue ese proceso?
-Fueron dos años o un poco más. No me queda mucha memoria de todo el proceso, pero sí puedo decir dos cosas. Primero, que todo fue muy intuitivo, por la sencilla razón de que yo nunca antes había hecho una novela. Y segundo, que ahí están condensadas muchas cosas que yo viví o experimenté o imaginé desde muy pequeño: está mi abuela y los cuentos que me contaba sobre Gardel, están muchas cosas de mi historia. Entonces cuando digo que me demoré dos años tal vez estoy mintiendo, en justicia me demoré 28 años, que es la edad que tenía cuando empecé a escribirla.

-La nostalgia del melómano también gira como los discos, una historia que puede recomenzar cada vez que se quiera, hasta que perduren los surcos... ¿hasta dónde se mezclan ficción y realidad?
-Yo creo que en la novela se pueden identificar dos planos: uno son los personajes y el otro los discos que escuchan estos personajes. Esa manera de verlo es, a grandes rasgos, la pista para saber dónde está lo real y donde la invención. Los personajes son ficticios, salvo contadas excepciones y los discos son reales, salvo contadas excepciones. ¿Cuáles son esas excepciones? Ése es el secreto.

-¿Qué opinión tiene usted de la crítica musical en Colombia?
-Me gustaría que tuviera más espacio en los medios, pero no tanto como “crítica” sino como una guía apenas. Que los medios dijeran: “esto es lo que hay” y mostraran las múltiples músicas que existen en el planeta, no solamente cuarenta canciones que se repiten una y otra vez. Y que no confundan hablar de música con hablar de la vida privada del músico.

-¿Cuándo tendremos noticia de su producción literaria nueva?
-Hombre, a mí también me gustaría saber. Ya hay una novela escrita, se llama “La luna”. Ya está escrita, sólo hay que esperar la decisión de los editores.



ENTREVISTA ORIGINALMENTE PUBLICADA EN LA REVISTA LA TERCERA ORILLA, Facultad de Literatura Virtual. UNAB, No. 2.

http://www.unabvirtual.edu.co/descargas/revista/to09122008/garay.html