domingo, 23 de noviembre de 2008

Bocetos y fugas para el camino a la contemplación: la música de Juan Pablo Cediel

Entrevista publicada en la revista de AUDITORIO de la dirección cultural de la UIS (No.12 Noviembre de 2008).
Por Carlos Andrés González León

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Conocí a Juan Pablo Cediel hacia el año 2002 cuando iba a los ensayos de El Barbero del Socorro en casa de Carlos Acosta de Lima. Me llamó la atención el hecho de que este sangileño de pura cepa era zurdo y que mantenía la guitarra con sus cuerdas en el mismo orden (el tiránico orden de los derechos) y para tocarla simplemente la volteaba. No sabía que su instrumento de estudio era el piano y menos de su amor por la composición y la orquestación. Hoy, en los tiempos revueltos de la era de acuario y del recalentamiento global, Juan Pablo ha lanzado su primer albúm que incluye once piezas de su autoría. Y como los músicos de provincia, lleva los discos consigo, siendo él y su público incondicional sus únicos promotores.

Habíamos quedado de hacer una entrevista en la universidad el cinco de septiembre, mientras tomábamos un café, ambos incumplimos la cita, pero hacia las seis de la tarde, luego de una afanosa llamada, ese mismo día apareció por mi oficina en el Parque Bolívar, en donde lo esperaba para hablar sobre su primer álbum y sobre su música. Descargó su morral y mientras oíamos a Bill Evans con su trío tocando en vivo desde Tokio un tema de Alberto Cortés, en plena tarde lluviosa hasta el capricho, me informó de los datos básicos: que era maestro de música de la UNAB con énfasis en teoría y composición; que tenía 25 años y que fue de ese grupo de estudiantes que tuvo la fortuna de haber sido alumno del maestro Blas Emilio Atehortua durante su estadía como profesor en Bucaramanga, así como de Pedro Sarmiento; que inició sus estudios de música desde los doce años impulsado por su padre, Elías Cediel, docente y músico empírico, quien le enseñó el ABC de la música y que su maestra de piano fue la pedagoga española Emilia Gómez de Carreño.

Odio la tiranía de la entrevista con los amigos, con quienes es mejor conversar, Juan Pablo es muy serio en lo suyo y además fluido y técnico, así que luego de revisar los discos y los libros, se sentó para dejarse llevar por las palabras. Le pregunto por sus influencias. “Mi música es producto de muchas formas de música, si bien para mí lo principal hoy es la música popular, puedo encontrar con claridad la influencia de la música colombiana, del jazz y del rock, y por supuesto, de la formación clásica, que fue parte de mi educación natural”.    

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 Los músicos en el Auditorio Luis A. Calvo
-En su disco hay un gran nivel de fusión entre esos géneros musicales, ¿Qué aceptación ha tenido?
-No es fácil para los románticos de la música colombiana, que son muy ortodoxos en sus apreciaciones. Si bien la ortodoxia hay que respetarla, no se debe ser extremo, pues sería una equivocación pretender que un músico no se salga en su trabajo de un determinado patrón. El músico debe abrirse a otros lenguajes. Nosotros, culturalmente, somos una mezcla y por esa misma razón no podemos estancarnos, pues existen otras posibilidades tímbricas y rítmicas, sin que se trate de jazz o de rock, sino de nuevas sonoridades, algo mucho más sencillo.
-¿Cómo fue el proceso de composición del material que integra el disco?
-En realidad el proceso duró un periodo de tiempo comprendido entre los años 2005 y 2008. Siempre llevo conmigo una agenda, un diario en el que escribo en los ratos que me permite el trajín, sea en un café o en una tienda de esquina, son bocetos, notas que luego arreglé y desarrollé, algunos directamente en el estudio, otras en el papel, de manera previa.

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Todo Cediel en acción

-¿Cómo fue el proceso de grabación?
-Grabamos con Edwin Castañeda, tiplista y requintista, en sus equipos.
Esa fortuna de haber contado con uno de mis amigos Barbero del Socorro, me permitió además abaratar gastos en el trabajo intenso y en las discusiones que tomaron su tiempo. Se hizo una maqueta, y luego vinieron las grabaciones con Daniel Gómez (contrabajo), Edwin, Miguel Rodríguez, que es excelente improvisando solos en la guitarra, y Jeyson Castellanos, en la batería y la colaboración de Diego Serrano en algunos temas.
-¿Qué caracteriza los temas del disco?
-La sencillez compositiva. Casi todos fueron miniaturas en su origen y se quedaron así. Otros temas se complementaban por el lugar en que fueron escritos, por ejemplo, me influenció mucho el hecho de haber podido viajar a Europa y haber podido oír la música nueva en Francia y España; haber conocido el jazz alemán contemporáneo que reúne a un tiempo elementos muy clásicos con rasgos de la música que ellos hicieron hace doscientos años, con sonoridades muy europeas. Además tuve la oportunidad de ver grupos de todas las nacionalidades, desde grupos africanos a grupos americanos y europeos, durante los festivales en los que tuve la oportunidad de estar. Esa especial recepción de sonoridades y de texturas influye en lo que haces, nunca las olvidas Quiero buscar esas sonoridades y manejo de lenguaje en la música de mi país.
En otros temas lo que importaba era la textura y dependían de ella, por ejemplo en “Bocetos” primero escribí la parte A y así quedó; luego empecé a ver que había temas que tenían el mismo formato y los uní junto con el sólo de contrabajo y los cortes para batería, acompañados del piano.
-¿Cómo va el disco comercialmente?
-Creo que muy bien. El público del disco y de los conciertos es joven y principalmente universitario, no sólo estudiantes de música.
-¿Cómo ves el trabajo de músico, compositor e intérprete en la región?
-Mejorando. Hace diez años eran muy pocos los que se atrevían a correr el riesgo.
Quizás en Bucaramanga el maestro Carlos Acosta de Lima fue el primero en correrlo en forma seria, y justo a él se debe gran parte de ese proceso de formación y difusión cultural. Lo hizo con el jazz y con la música colombiana; un ejemplo de ello fue El Barbero del Socorro, agrupación de la cual hicimos parte un grupo de músicos, algunos se fueron dentro de su proceso natural de formación, otros se quedaron; tengo presentes a Edwin, Adrián Manrique, Ricardo Varela Gabriel Jiménez, Jacobo Reyes y a Rafael Villamizar, todos reconocidos como grupo y de manera individual por su trabajo de más de diez años.

-En este momento, recién salido al mercado su primer disco, ¿Qué perspectivas tiene?
-Seguir escribiendo. Hacer música para formatos más grandes como orquesta sinfónica . Lo que obliga a continuar con mis estudios. Ahora estoy trabajando para el formato de banda y de orquesta que tiene intensidades y timbres más difíciles.
-¿Cómo definirías la música que integra el álbum, como trabajo de arreglo y composición y como trabajo de grupo?
-Es música colombiana, con fusión, armonía y frases del jazz. El formato del grupo integra la música colombiana, la fusión, el jazz, y la música clásica. Sin embargo, la carga de espontaneidad la hace música de corazón y espíritu más que de estudio.
Luego de que se va de mi oficina dejo que suenen los once temas que integran el disco… Bocetos de un período de vida, anotaciones de un joven de provincia que extiende su mano a la música que su maestro Acosta, ha llamado música total… La noche sigue caprichosa, llueve y ventea, entre la contemplación, los bocetos… en un lugar de la tinta.

Ciudad de los Parques
Septiembre 5 de 2008.