miércoles, 25 de junio de 2008

UN PIRATA



Hoy conocí al señor X, librero profesional. Administra una librería de antigüedades. C. A. lo contacta conmigo, sabe que también busco libros antiguos para los amigos y para mí. Veo en él la misma mirada pirata, el mismo afán. No somos delatados coleccionistas más sí lectores empedernidos y amantes del libro como objeto: Los sarcófagos y nosotros sus sepultureros convenidos por el tiempo y la polilla. Ambos borrachos, invocamos a Lowry con su beber hasta la sobriedad. Hablamos un poco de historias de libreros, que son apasionantes soledades y aventuras. De cómo descubrimos bibliotecas y evitamos que sean dilapidadas por los hijos o herederos, mejor, de sus obsesos propietarios y lectores originales.

Cruzamos números de teléfonos, direcciones, con la mirada mercenaria tras los ojos: no se atraviese en mi camino que he encontrado manuscritos originales de Balzac, tres pesos me han costado (fanfarronería permitida, el pillaje es valioso). He logrado de una biblioteca en Manizales la primera edición francesa de Los Demonios de Fedor, suscrita por Gide y dedicada a uno de sus amantes. En otra un libro firmado por Pavese, otro por Hesse dedicado al señor X de quien era amigo y con quien se carteaban permanentemente durante el periodo de la construcción de “El juego de abalorios”. Y así, uno tras otro, ¿mentira? ¿vanidad?, vaya a saber quien así lo pueda.

Nuestro anfitrión C. A., escuchaba callado, creo que tomaba nota de todo. Terminamos la charla hacia las cuatro de la tarde, ya ebrios y sin dinero, los viáticos de la empresa pagaban nuestros excesos. Él hablaría en una conferencia hacia las seis de la tarde sobre el demonio y un cura lo refutaría. Había convenido en asistir a la charla pero debía negociar primero una edición, la primera, del Viaje a Pie de Don Fernando González dedicado por el autor a un amigo... No quería perderla y el pirata ya lo intuía.

Son las ocho de la noche y hace un calor de demonios. Bebo una copa de vino tinto y en mi balcón, con el libro sobre mis piernas, leo de la primera edición, el por qué de ese andar de a pie, satisfecho... mientras el otro, mi amigo el pirata, se emborracha lamentando mi tesoro negociado.

Ciudad de los Parques
(28 - 11- 2003).